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4/27/2006

Capitulo 46: Regreso a Quito.


A la mañana siguiente se levanto de un humor increíble, pero no fue sino hasta las once de la mañana que se levanto de la cama, se ducho y salió al calor infernal de Esmeraldas, desayuno algo liviano y se dio a la tarea de recorrer la ciudad, luego de un rato fue a la playa, ahí había un grupo de hombres viejos jugando fútbol, noto que les faltaba uno, entonces pidió que si lo dejaban jugar, algunos le contestaron que si, no muy convencidos y de ahí en adelante fue un festín de pata y golpes que recibió de los morenos, se dio cuenta que había que jugar recio y ahí le empezó a ir mejor, hasta hizo tres goles. Cuando termino el juego se fue con el grupo de viejos a almorzar, pidió pescado con ensalada y arroz y mientras comían se bebieron una botella de ron, después otra y finalmente la tercera, eran en total diez pero tomaban bastante rápido, ahí Montaño se dio a conocer por la curiosidad de los hombres, el también les hacia preguntas y en eso se fue la tarde, cuando salió de la playa tuvo que tomar un carro que lo llevara al hostal porque se sentía borracho, se dio un baño y se tumbo en la cama a dormir la borrachera, tuvo un sueño donde un hombre de unos setenta años pasaba por la playa vendiendo camarón con salsa de tomate y Montaño lo seguía a donde fuera para comprarle, después el hombre anciano se convertía en joven y era Montaño el que vendía el camarón.

Se despertó pasadas las diez de la noche con un hambre feroz, salió y comió en el primer restaurante que encontró un pedazo de hígado con arroz y sopa de pasta.
Tenia chuchaqui por el ron entonces prefirió volver al hostal, prender la tele y dormir hasta el siguiente día.

Se despertó al día siguiente temprano, desayuno y se fue a caminar, conoció la casa de la cultura pero no lo impresiono para nada, no tenia la atmósfera de un lugar de arte, compro un cd de música esmeraldeña, le encantaron los ritmos, en especial uno que se llamaba “la marimba”.

En la tarde fue al hostal, arreglo su morral y se encamino al termina
l, tomo un bus hacia Santo Domingo, le costo tres dólares y se instalo para aguantar un viaje de tres horas, se quedo dormido durante media hora hasta que un fuertísimo aguacero lo despertó, vio por la ventana como los parajes se hacían hermosísimos al contraste con la lluvia, llego a Santo Domingo a las seis y cuarenta de la tarde, cuando bajo escucho alguien voceando: -¡Quito, Quito! Y no lo pensó, se monto en el bus que salió media hora después hacia la capital, dos horas y media y dos dólares lo tendrían de regreso al lugar que ahora sentía como suyo, lo lleno de una alegría extraña ver la ciudad y se dio cuenta que le gustaba demasiado, también estaba feliz porque había revivido su espíritu andariego.
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