CAPITULO 50: Una mujer de la que ni siquiera se sabia el nombre.

Se marchó del lugar luego de pasada la primera ráfaga de lluvia y no pudo evitar pensar en ella durante el resto del día, se sentía iluminado por su belleza y el incidente le había dado la posibilidad de tenerla muy de cerca.

Un cosquilleo lo recorrió parte de la noche, Ferruco lo notaba extraño pero prefirió no preguntarle nada, Montaño no podía dejar de pensar en aquella extraña mujer de la que ni siquiera se sabia el nombre. A la mañana siguiente regresó al Loutrec con el animo de verla de nuevo y se desilusionó cuando noto que no estaba.

Lo hizo un par de días mas y a distintas horas, misteriosamente ella había desaparecido, hasta que al tercer día se decidió a preguntar:

-Se marchó a la playa, quizás no regrese-. Le dijo el mesero de turno al que parece, no le cayó muy bien la pregunta de Montaño.

Derrotado camino la ciudad y comenzó a pensar en su destino próximo, con la intención de olvidarla.

No sabia si quedarse mas tiempo en Quito o irse pronto, Ya sentía la necesidad de cruzar la frontera hacia otros destinos.

Estaba en esas cuando se le ocurrió una idea descabellada que lo tuvo motivado varias horas; Iría a buscarla.

Quiso regresar al café para preguntarle al mesero si sabia a donde había ido, pero desecho rápidamente esa idea porque sospechó que no se la contestaría con sinceridad.

Entonces comenzó a jugar con las probabilidades y siempre que se preguntaba donde podía estar, se contestaba lo mismo.

Era posible que sí estuviera en una playa, sería: Montañita.