CAPITULO 51: MONTAÑITA
Montañita era un lugar de playas bellas, visitas constantes, fiestas nocturnas y cócteles exóticos.
A pesar de que era un pueblo costero bastante turístico, tenia el encanto desaforado de las metáforas de viaje, sus casas eran adornadas con colores vivos y los techos reforzados con canaletas de palma y cabuya, antiguamente era mucho mas tranquilo que ahora pero el exceso de visitantes estaba convirtiendo al lugar en una fiesta permanente que no terminaba de agradar a sus habitantes de siempre.
Montañita no eran mas de diez calles y por donde se iba habían avisos en ingles, Alemán, español y hasta en japonés de comidas, hostales, y planes como surfear o ir de caminata.
Montaño llegaría en la mañana luego de ocho horas de viaje desde Quito y no fue sino hasta el día siguiente cuando vio por segunda vez en su vida a Lorella Buttner, se alegro de la certeza de su decisión en el justo momento en que ella aparecía semidesnuda sobre la playa y con ínfulas incipientes de tristeza.
Aun el mar no terminaba de calmar su bravío oleaje.
Lorella recogía serenamente las conchas olvidadas, mientras se hundía tiernamente en sus pensamientos de verano e intentaba dilucidar algún tipo de camino que le proporcionara algo de aventura.
Lorella era por principio una mujer alegre y juguetona pero sus soledades actuales le estaban matando sus mejores galas, ella deseaba que el amor le proporcionara un nuevo carrusel de emociones pero a la vez no quería comprometerse con un alivio pasajero.
Había nacido en el país de los valses. De origen austriaco le encantaba mezclarse con otras culturas y no le temía a viajar sola, en sus viajes había hecho de todo, pero quizás lo que mas le había encantado fue haber pertenecido durante una temporada a un circo neoyorquino donde su labor era la de darle de comer y cuidar un grupo de cuervos cantores que era una de las atracciones mas innovadoras y principales del circo, ahí aprendió algunas cosas que le significaron un acercamiento profundo con el Teatro y desde entonces tenia la idea de estudiar las artes de la escena.
A pesar de que era un pueblo costero bastante turístico, tenia el encanto desaforado de las metáforas de viaje, sus casas eran adornadas con colores vivos y los techos reforzados con canaletas de palma y cabuya, antiguamente era mucho mas tranquilo que ahora pero el exceso de visitantes estaba convirtiendo al lugar en una fiesta permanente que no terminaba de agradar a sus habitantes de siempre.
Montañita no eran mas de diez calles y por donde se iba habían avisos en ingles, Alemán, español y hasta en japonés de comidas, hostales, y planes como surfear o ir de caminata.
Montaño llegaría en la mañana luego de ocho horas de viaje desde Quito y no fue sino hasta el día siguiente cuando vio por segunda vez en su vida a Lorella Buttner, se alegro de la certeza de su decisión en el justo momento en que ella aparecía semidesnuda sobre la playa y con ínfulas incipientes de tristeza.
Aun el mar no terminaba de calmar su bravío oleaje.
Lorella recogía serenamente las conchas olvidadas, mientras se hundía tiernamente en sus pensamientos de verano e intentaba dilucidar algún tipo de camino que le proporcionara algo de aventura.
Lorella era por principio una mujer alegre y juguetona pero sus soledades actuales le estaban matando sus mejores galas, ella deseaba que el amor le proporcionara un nuevo carrusel de emociones pero a la vez no quería comprometerse con un alivio pasajero.
Había nacido en el país de los valses. De origen austriaco le encantaba mezclarse con otras culturas y no le temía a viajar sola, en sus viajes había hecho de todo, pero quizás lo que mas le había encantado fue haber pertenecido durante una temporada a un circo neoyorquino donde su labor era la de darle de comer y cuidar un grupo de cuervos cantores que era una de las atracciones mas innovadoras y principales del circo, ahí aprendió algunas cosas que le significaron un acercamiento profundo con el Teatro y desde entonces tenia la idea de estudiar las artes de la escena.
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