CAPITULO 54: EL ADIOS DE LORELLA

El adiós fue para ambos una puñalada trapera, el mes de estadía de la austriaca se terminaba y aunque quiso quedarse mas tiempo le era imposible.

Lorella solo había venido de vacaciones y no fue sino hasta conocer a Montaño que quiso quedarse para meterse en las andanzas del andariego, pero los finales felices solo se ven en las películas y la realidad ahora los colocaba a cada lado de un abismo creado por la cultura, el mar, el idioma y sus formas diferentes de concebir la vida, habían logrado una tregua para vivir sus mejores roces pero una raíz para ser fuerte debe alimentarse de la misma esencia y eso era lo que ahora los dos no podían dar, muy a pesar de que ninguno tenia un destino definido.

Montaño regreso con ella y durante las mas de ocho horas que duro el viaje desde la playa hasta la capital no hizo sino meter sus dedos entre su pelo y besar su cuello aromatizado por un olor dulce de primavera, cuando llegaron a Quito en la mañana tuvieron tiempo de ir a comer algo antes de que ella tuviera que estar en el aeropuerto con su maleta.

Todo paso tan rápido que a duras penas tuvo Montaño tiempo de beber una lagrima de Lorella antes de verla por ultima vez y llorar su despedida.
Espero hasta que se perdió en el pasillo que la llevaba hacia el avión y salió hacia el centro de la ciudad en el momento que un rugir de motores y una inmensa sombra lo abrazaba para llevarse a la mujer que se había llevado parte de su melancolía, Montaño se sintió tan solo como tantas veces se había sentido y odio que la impotencia del momento no le permitiera correr detrás de ella para decirle que no se fuera nunca.